Arrow es una serie, actualmente en activo, que se emite en la cadena estadounidense The
CW y es protagonizada por Stephen Amell, Katie Cassidy y David Ramsey entre
otros. Arrow se basa en los comics de DC protagonizados por el Arquero Verde y
en ella vemos como este justiciero pelea contra el crimen que asola su ciudad
natal, Starling City. La serie empezó en 2012 y, por ahora, ha tenido dos
temporadas aunque a principios de octubre se estrenará la tercera temporada y
yo, que la he devorado casi en su totalidad en una semana, no dejo de pensar
que, seguramente, sea la serie más guilty de los últimos años.
Oliver Queen (Stephen Amell) es un multimillonario al que todo el mundo
daba por muerto tras haber naufragado el barco el que viajaba con su padre
cinco años atrás. La realidad es que Oliver ha vivido durante todo ese tiempo
en una isla desierta y todo lo que allí ha sufrido le ha cambiado de tal manera
que ya nada volverá a ser lo mismo. Oliver, aparentemente, vuelve a su vida de
lujos y excesos de siempre pero todo eso es una fachada para esconder que él es
el misterioso justiciero que todas las noches recorre las calles de Starling City
luchando contra el mal.
Vamos a empezar poniendo los puntos sobre las íes, Arrow no es una serie de
calidad. Arrow es muy entretenida y adictiva, mezcla acción y romance y nos
ofrece un amplio abanico de personajes especializados en mentir y guardar secretos
terribles pero no tiene la calidad suficiente como para recibir ningún
reconocimiento “serio”. Vamos, que jamás va a ganar un Emmy. Es más, si nos
paramos a analizar la serie detalladamente, nos daríamos cuenta de la cantidad
de defectos que tiene pero que más da, porque estamos tan enganchados a las
aventuras de Oliver Queen que nos da todo igual, sólo queremos más.
Hay varios aspectos que hacen que esta serie sea un guilty de los gordos. En
primer lugar está el concepto de la serie que, básicamente, es como una especie
de Anatomía de Grey con muchas peleas y malos de lo más malos y perversos.
Oliver Queen es un tío atractivo que cambia de interés amoroso como de chaqueta
y, a mí, ese tufillo a lo Melrose Place siempre me ha gustado. Además, lo mismo
que las parejas se hacen y se deshacen con una rapidez pasmosa, las alianzas y
amistades varían de un capítulo a otro con lo que la historia es terriblemente
alocada. Si a eso le unimos que en casi todos los capítulos hay un giro
argumental loco o un cliffhanger disparatado lo único que se consigue es que te
muerdas las uñas esperando ver el siguiente capítulo.
Capítulo aparte son los personajes. Casi sin excepción, todos tienen
oscuros secretos que, más tarde o temprano, acaban explotándoles en la cara.
Como es de imaginar, casi ninguno es lo que aparenta ser y, además, tienen una
facilidad pasmosa para cambiar su personalidad, sus intereses o sus
sentimientos en cuestión de minutos pero lo bueno es que siempre aparece un
flashback que te lo explica todo.
Arrow es una especie de culebrón de superhéroes delicioso a pesar de sus
fallos. Con el discurrir de la serie dejaréis de darle vueltas a cosas como que
es imposible que ni su madre reconozca a Oliver Queen vestido del justiciero,
que ni publicándolo en Facebook podría haber más gente que conociera su
identidad secreta o que porqué lo llaman isla desierta si el lugar en el que
Oliver pasó esos cinco años estaba más concurrido que el Corte Inglés el primer
día de las rebajas. Si os engancháis, todo eso os dará igual porque os lo
estaréis pasando tan bien con Arrow que todo lo demás dejará de tener
importancia.
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