El Expresionismo fue un movimiento cultural que se desarrolló en la
Alemania de principios del siglo XX y que tuvo manifestaciones en varios campos
artísticos entre los que se encuentra el cine. Dentro del denominado cine
expresionista alemán encontramos producciones de directores tan importantes
como Friedrich Wilhelm
Murnau o Fritz Lang
pero la que es considerada primera película de este movimiento, El Gabinete del
Doctor Caligari, no la dirigió ninguno de ellos sino el no tan conocido Robert
Wiene.
Los que me leéis habitualmente sabéis que siempre os dejo una pequeña
sinopsis de la película que luego vamos a comentar pero esta vez, si me lo
permitís, no voy a hacerlo. Y no voy a hacerlo por una razón principal: porque
la trama de El Gabinete del Doctor Caligari es tan compleja (y completa) que me
parece muy complicado hacer un resumen corto sin contar más de lo que quisiera.
Por establecer un punto de partida, diremos que en esta película conoceremos
las andanzas de un siniestro doctor quien usa, a modo de mano ejecutora, a un
sonámbulo llamado Cesare. Cuando digo que El Gabinete del Doctor Caligari tiene una trama compleja
no me refiero a que sea una película difícil de entender sino que su trama
tiene muchas lecturas e interpretaciones. La propia estructura de la cinta, con
un prólogo en el que una de las víctimas del doctor Caligari nos cuenta su
terrible historia y un epílogo en el que un sorprendente giro de guión le da la
vuelta a todo lo que habíamos visto antes, contribuye a fomentar esa
complejidad a la que he aludido.
Pero si hay algo que hace verdaderamente especial a esta película es su
concepción del cine como arte, de manera que la pantalla se acaba convirtiendo
en un gran lienzo en el que el artista pinta. Y en este caso fueron muchos los
que “pintaron”. En primer lugar están Hans Janowitz y Carl Mayer, un tandem de
guionistas que opinaban que el cine era un vehículo estupendo para remover
conciencias y, por ello, se pusieron manos a la obra para escribir el guión de esta película. El resultado fue un guión
que puede ser tanto una metáfora de la situación en la que se encontraba la
Alemania del periodo de entreguerras como un aviso de lo que pasará en años
posteriores con el ascenso de los totalitarismos. No menos importante fue la
labor de Hermann Warm, Walter Reimann y Walter Röhrig, los artífices de una escenografía que sigue
estando muy presente en el cine actual como nos recuerda muy a menudo, por
ejemplo, Tim Burton.
Capítulo aparte se merece Robert Wiene, el director de El Gabinete del
Doctor Caligari. Wiene tenía formación teatral y estaba muy al tanto de lo que
estaba haciendo ya Paul Wegener (El Estudiante de Praga, El Golem) por eso,
cuando le dieron la oportunidad de participar en un proyecto de tales características,
no la desaprovechó. La realidad es que el productor Erich Pommer quería que la
película fuera dirigida por Fritz Lang pero, como éste estaba ocupado con otro
proyecto (la segunda parte de Las Arañas) el destino quiso que el encargo llegase a manos de Robert
Wiene. Nunca sabremos si El Gabinete del Doctor Caligari hubiera sido tan
genial en manos de Lang como en manos de Wiene pero la realidad es que esta película fue crucial en el cine posterior.
Y fue crucial por poner sobre la mesa una serie de características que serán
más o genéricas en las películas que se adscriben en este movimiento entre las que podemos citar Nosferatu (F. W. Murnau, 1922) o Metrópolis (Fritz Lang, 1926). El
Expresionismo cinematográfico busca distorsionar la realidad y de ahí que sean
tan importantes el maquillaje en los actores (quienes, además, tienden a
exagerar sus reacciones), el decorado (predominan los interiores sobre los
exteriores) y la iluminación (esencial el dúo luces/sombras). Todos estos
elementos ayudan a crear esas atmosferas agobiantes que tan habituales son en
el Expresionismo y que en el caso de El Gabinete del Doctor Caligari es un
elemento básico en la película. Este movimiento tuvo una gran influencia en el
cine posterior tanto a nivel global (el cine negro es su claro deudor) como a
particular, ya que la filmografías de Alfred Hitchcock u Orson Welles quizá no serían
lo mismo si no hubiera existido este movimiento.
Por todo esto, porque es un título clave en el cine de terror y porque
es una obra maestra con todas las letras, tenéis que ver esta película.
PD: no he hecho ni una sola referencia a lo largo de la entrada a que
esta película es silente. Cualquiera que tenga unos ciertos conocimientos de
historia del cine se lo habrá imaginado al ver la fecha en la que se estrenó la película pero no lo he comentado
porque creo que es irrelevante que sea una cinta sonora o silente. El Gabinete
del Doctor Caligari es una obra de arte y el arte es universal. Quien ama la
pintura y la valora como manifestación artística le da el mismo valor a las
pinturas de Altamira que al Guernica de Picasso por lo tanto, con el cine debería
pasar lo mismo.
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