True Blood es una serie de televisión, compuesta de siete temporadas, que ha sido emitida en la
cadena estadounidense HBO desde 2008 hasta 2014. True Blood fue creada por Alan
Ball (A Dos Metros Bajo Tierra) quien se basó en la serie de novelas
Southern vampire escritas por Charlaine Harris. La serie está protagonizada por, entre otros,
Anna Paquin, Stephen Moyer o Alexander Skarsgard y si por algo será recordada
es por su gusto por el sexo y la sangre, pero, sobre todo, por la locura de sus
tramas.
Los vampiros existen y han decidido salir a la luz. Durante años han vivido
ocultos pero ahora todo ha cambiado y a los humanos no les queda más remedio
que adaptarse a esa nueva situación. Sookie Stackhouse (Anna Paquin) es una
camarera de Bon Temps que, desde pequeña, ha sido capaz de conocer los
pensamientos de todos los que le rodean pero un día conoce a alguien cuya mente
no puede leer: el vampiro Bill Compton (Stephen Moyer).
A pesar de su temática, True Blood no es una serie de terror. Más bien es
un drama de tintes sobrenaturales protagonizado por humanos, vampiros y todo
tipo de criaturas fantásticas. A lo largo de las siete temporadas que duró True
Blood, además de vampiros, habrá sitio para licántropos, hadas, fantasmas y
seres mitológicos varios y las relaciones que se establecen entre ellos y los humanos serán la columna vertebral de la
serie. En realidad, la relación que sirve de detonante para el inicio de esta
historia es la que se establece entre Sookie (Anna Paquin) y el vampiro Bill
(Stephen Moyer), quienes también son pareja en la vida real. Gracias a este
noviazgo conoceremos a los que son, sin duda, los mejores personajes de la
serie: el vampiro Eric Norhtman (Alexander Skarsgard) y su progenie, Pam Ravenscroft (Kristin Bauer).
Y precisamente han sido estos dos
personajes los que han conseguido mantener gran parte del interés en una serie
que estaba en caída libre desde su quinta temporada. Las primeras temporadas
eran una deliciosa locura en la que, entre coito y coito, iba apareciendo un personaje
más sorprendente que el anterior, provocando que la trama se fuera haciendo
cada vez más compleja hasta desembocar en finales de temporada de lo más
impactantes en los que moría hasta el apuntador pero, con el paso de las
temporadas, la serie perdió su frescura y, sobre todo, su capacidad de
sorpresa. Y de ahí a su cancelación había sólo un paso.
Por mí parte, casi me alegro de la
cancelación de la serie porque cada vez se me hacía más cuesta arriba
terminar cada temporada. En la cuarta temporada ya empezaba a haber síntomas de
agotamiento pero lo arreglaron regalándonos una season finale marca de la casa,
que fue lo mismo que pasó con la quinta temporada. Sin embargo, de nada nos sirvieron
las buenas sensaciones que dejó el último capítulo de la quinta temporada porque
la sexta fue tremendamente aburrida y sólo la promesa de que la siguiente era
la última fue lo que impidió que mucha gente la relegase al olvido.De la
séptima temporada sólo voy a destacar que el final fue bastante polémico y, los
que lo hayáis visto, entenderéis porqué. A mí me parece que el final es una
especie de metáfora de lo que ha sido la serie en los últimos años: una
decepción constante con un par de momentos brillantes por temporada.
Seguro que los que no hayáis
visto True Blood nunca os preguntaréis como se caracterizarán las criaturas
fantásticas de esta serie pero ya os advierto que no hay mucho que contar
porque, en ese sentido, la serie no destaca especialmente. Los vampiros se
rigen, mayoritariamente, por las reglas tradicionales (luz y estacas son
mortales, no pueden entrar en una casa sino son invitados…) pero su aspecto es
totalmente humano (sólo son más pálidos), únicamente sacan los colmillos de vez
en cuando y no se transforman en murciélagos ni en ninguna otra cosa. Los
licántropos, cuando se convierten, son, literalmente lobos y el resto de
criaturas fantásticas que aparecen apenas modifican su anatomía. Pero, como digo, este aspecto es poco
relevante en el desarrollo de True Blood.
Me cuesta mucho decidir si os
recomiendo esta serie o no. Las primeras temporadas son una gozada pero en las
tres últimas la serie cayó tan estrepitosamente que cuesta recomendársela a
nadie. Lo bueno es que las temporadas son cortas (12 capítulos como mucho) pero
mucho os tendrá que gustar desde el principio para que seáis capaces de
terminarla. Personalmente, y a pesar de todo, sé que voy a echar de menos a los
vampiros más sexys de Luisiana.
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