Si algo tenemos muy claro los fans de la serie B es que lo que más les
gusta a los que trabajan en este negocio es la rentabilidad, de ahí que cuando
estrenan un nuevo proyecto nada gusta más que el beneplácito del público para
seguir adelante y acabar creando una saga. Y esto es lo que ha debido ocurrir
con Sharktopus que en vista de su “éxito” este mismo año se estrenó en el canal SyFy una
secuela: Sharktopus Vs. Pteracuda pero que nadie se quite del aparato, porque
no va a ser la última ya que está anunciada una tercera parte: Sharktopus vs.
Mermantula. Tenemos mutaciones genéticas para rato.
Después de innumerables esfuerzos el Sharktopus ha sido destruido. O eso es
lo que parecía ya que, lo que nadie sabía es que la bestia albergaba en su
interior un huevo que va a parar a manos de una bióloga marina (Katie Savoy)
quien, ajena a la amenaza que tiene entre manos, lleva a la cría al acuario de
su tío. Mientras el Dr. Rico Symes (Robert Carradine) última los
detalles del arma biológica definitiva: Pteracuda, una criatura híbrida nacida
de la mezcla del ADN de un pterodáctilo y una barracuda. Pero los problemas no
se hacen esperar cuando el Dr. Symes pierde el control de Pteracuda.
Cuando una monster movie de bajo
presupuesto triunfa el siguiente paso suele estar claro: hacer una segunda
parte en la que esa bestia parda se enfrenta a otra bestia parda de
características similares. En este caso estaba claro que para el animal en
cuestión no valía cualquier híbrido así que han recurrido a uno de los animales
más formidables que han surcado jamás nuestros cielos, un pterodáctilo, y lo
han combinado con otro bicharraco marino de esos que no destacan precisamente
por su amabilidad, la barracuda. De esta manera lo que conseguimos son dos monstruos
con muy mala leche que se van a pasar la película a tortazo limpio. Y, oye, es
de lo más entretenido.
El argumento no
hay por dónde cogerlo. En primer lugar, modifican la secuencia final de la
anterior entrega para convertir lo que en aquella era, simplemente, un trozo de
Sharktopus en una bolsa que contiene un huevo. En segundo lugar, porque más de
la mitad de la película no tiene sentido. Y cuando digo que no tiene sentido es
que, literalmente, no te enteras de nada porque desde el momento en que los
investigadores pierden el control de Pteracuda se suceden una serie de
acontecimientos que no tienen explicación ninguna. Por alguna razón que me
gustaría alguien me explicase, estos cracks llegan a la conclusión de que la
mejor manera de parar al bicho que se les ha escapado es soltar a otro, tan
letal o más que el anterior, y dejar que se maten entre sí o algo de eso. Y, si
por el camino van dejando un reguero de muerte y destrucción a su paso, es lo
de menos, el público pide sangre y hay que dársela.
De los nombres involucrados en
este Sharktopus Vs. Pteraconda destacan dos. Por un lado tenemos, nuevamente, a
Roger Corman como productor y, por otro, a Robert Carradine como protagonista
principal de la cinta. A lo mejor no conocéis a Robert Carradine pero si os
digo que su padre era John Carradine y sus hermanos Keith Carradine o David
Carradine ya os hacéis una idea que ha mamado esto de la actuación desde su más
tierna infancia aunque, evidentemente, su papel en esta película no va a pasar
a la historia como una de sus grandes interpretaciones.
Reconozco que la película es
bastante mala pero, de verdad, merece la pena por lo divertida que es. Por
supuesto que no tenéis que tomaros en serio nada de lo que veáis, es serie B
muy mala y no se le puede pedir nada del otro mundo así que poned el cerebro en
modo off y a pasar un rato divertido.
PD: ojito al cameo de Conan O'Brien, el hombre dura poco pero su intervención es de las que dejan huella.
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