domingo, 8 de febrero de 2015

Crónica de la gala de entrega de los Goya 2015






Seguimos en plena temporada de premios y este sábado 7 de febrero tocaba disfrutar de la noche del cine español. El maestro de ceremonias era el archiconocido Dani Rovira y esa elección al final resultó ser premonitoria de lo que luego pasó en la gala ya que lo cómico y lo andaluz fueron los protagonistas de la noche. Empezamos.

Después de la desastrosa gala del año pasado, los organizadores de la de este año se habían propuesto hacer las cosas de otra manera y, por eso, decidieron contar con un valor seguro: Dani Rovira. ¿Y qué tal lo ha hecho Dani Rovira? Pues, en mi opinión, ha ido de más a menos. Empezamos con el correspondiente speech del presentador, speech que duró casi media hora y que ya nos anunciaba que en esta gala iba a tener mucha presencia el “humor” (sí, entre comillas) y que todo iba a ser más largo de lo esperado. No quería empezar con los palos tan pronto pero es que es imposible no hacerlo. Estaba previsto que la gala de los Goya acabara sobre la 1 de la mañana pero, finalmente, acabó a la 1.45 y los que aguantamos hasta esas horas lo único que pedíamos es que acabara ese suplicio. La gala fue un auténtico coñazo, alargada innecesariamente con intervenciones tan bochornosas como la de Alex O’Dogherty (no fue suficiente con la del año pasado, que este año tuvo que volver a cantar), números cómicos sin gracia ninguna (después de tantas horas de gala, pocas cosas hacen gracia), actuaciones musicales que nadie sabe que pintaban en esta gala y, sobre todo, discursos de los galardonados que se hacían eternos (qué me decís del de los productores de La Isla Mínima). El resultado acabó siendo el dicho: un auténtico coñazo. Y por eso, aunque al principio parecía que Dani Rovira no lo estaba haciendo mal, al final, cada vez que lo veías aparecer y enrollarse un poco, te daban ganas de apagar la tele y pasar de esa tortura de gala.

Luego, hay otra cosa que me llamó enormemente la atención, y es que, desde el principio, quedó claro que en estos Goya la ideología y la política iban a brillar por su ausencia. Si me lo permitís, aquí no me voy a detener mucho más porque quiero dedicarle un artículo en solitario a este tema. Sólo os diré que agradezco que la gala de ayer no estuviera tan politizada y que ya os especificaré mis razones en esa otra entrada del blog.  

Seguimos. Después de los palos, más palos. Ayer no dejamos de oír, una y otra vez, que 2014 ha sido un año excelente para el cine español y, personalmente, eché de menos que se le dieran más efusivamente las gracias a quien que ha sido clave para que la recaudación en taquilla fuera tan buena el año pasado: el público. Sin entrar en temas que voy a tratar en la otra entrada del blog, aunque la gente del cine español se haya “olvidado” de que en este país hay gente que lo está pasando muy mal por culpa de la crisis, la realidad es que, para muchos, ir al cine es casi un lujo y, por eso, se debería valorar enormemente que, aun así, los números de taquilla hayan sido tan buenos. Sí, el Presidente de la Academia dio las gracias en su discurso y Dani Rovira también, pero lo mismo que otros años se ponían pesadísimos con la piratería, que menos que ponerse igual de pesados dándole las gracias a la gente por hacer el esfuerzo de ir al cine cuando la situación económica es tan mala. Pero nada, amigos, parece que ayer había temas tabú en la gala. Eso o querían agradar a la cantidad de políticos que había en las gradas, que ese también es un tema del que hablar.

Y ya, voy a dejar los palos y centrarme en lo que realmente importa: los premios. La gran vencedora de la noche fue La Isla Mínima con 10 Goyas (mejor película, mejor director para Alberto Rodríguez, mejor actor principal para Javier Gutiérrez, mejor guión original, ,mejor música, mejor actriz revelación para Nerea Barros, mejor fotografía, mejor dirección artística, mejor diseño de vestuario y mejor montaje). La siguiente cinta con más galardones fue El Niño, que se llevó cuatro Goyas (mejor canción, mejor sonido, mejores efectos especiales y mejor dirección de producción). Completa el podio Ocho Apellidos Vascos con tres Goyas (mejor actor revelación para Dani Rovira, mejor actor secundario para Karra Elejalde y mejor actriz secundaria para Carmen Machi). En el lado contrario, Magical Girl que tan sólo se llevó el premio de mejor actriz principal para Bárbara Lennie o Relatos Salvajes que se hizo con el premio a la mejor película hispanoamericana. Ya sabéis que mi principal favorita era La Isla Mínima así que me alegro de que haya sido la gran triunfadora de la noche pero no sé si estoy totalmente conforme con que  se haya llevado tantos premios. En general, no soy muy partidaria de que una película arrase en una entrega de premios porque eso suele suponer que cintas que tienen tanta o más calidad que ella, se van para casa sin premio. Y es lo que ha pasado con Magical Girl, Relatos Salvajes o 10.000 Km, películas de las que todo el mundo habla y que ayer se fueron casi de vacío de la gala. Pero ya sabemos cómo es esto de los premios y, al final, es imposible dejar complacido a todo el mundo.

Repasando la lista de galardonados, creo que ha habido muy pocas sorpresas. Ayer había gente sorprendida por los tres premios para Ocho Apellidos Vascos, a mí, en cambio, me parecieron previsibles. Ojo, no digo que sean merecidos (que seguramente, no lo sean) pero estaba bastante segura de que la película artífice de la milagrosa recuperación del cine español iba a tener su premio y así, de paso, una vez más el presentador de una gala se va a casa con un Goya bajo el brazo. El resto de los premios, como digo, me parecen bastante esperados aunque tengo que decir que me alegré enormemente por el de mejor maquillaje y peluquería para Musarañas.

Sobre los discursos, creo que ya es hora de que tomen medidas para agilizar la gala. No puede ser que suban tres personas a recoger un premio y que cada uno de ellos suelte una parrafada porque así lo único que se consigue es que la gala acabe durando casi una hora más. Aun así hubo discursos más o menos emotivos y, en este aspecto me quedo con el de Karra Elejalde y el de Carmen Machi, quienes recordaron a dos actores muy queridos que nos han dejado recientemente: Álex Angulo y Amparo Baró. Pero, para discurso, el de Antonio Banderas cuando subió a recoger el Goya de honor. Que sí que hay actores mejores en este país pero, precisamente, Banderas volvió a demostrar lo grande que es gracias al discurso para enmarcar que nos regaló. Es largo, sí, pero si tenéis oportunidad de escucharlo íntegramente, no dudéis en hacerlo, porque hacía mucho tiempo que no escuchaba un alegato de la cultura española tan bonito como el que hizo Antonio Banderas en la gala de los Goya. Además, si no hubiera sido por Antonio Banderas, Pedro Almodóvar no habría asistido a la gala con lo cual nos hubiéramos perdido ese momentazo en el que le dio en todos los morros al Ministro José Ignacio Wert.

Otro momento que suele emocionar es el vídeo en el que se recuerda a la gente del cine que ha muerto en el último año. Este año no me ha gustado la música elegida para el vídeo, he oído que es de Paco de Lucía (corregidme si me equivoco) y entiendo perfectamente la elección, pero creo que hubiera venido mejor otro tipo de música. Lo que no cambia es lo de oír más aplausos cuando los que aparecen en el vídeo son más famosos. Qué detalle tan feo el de ningunear a unos profesionales en función de lo conocidos que eran.

Y para detalle feo, el que han vuelto a tener con los cortometrajistas. Después de la polémica que se desató el año pasado con la manera en que se entregaron los premios a los mejores cortos del año, este año hasta Enrique González Macho aludió a ello en su discurso, diciendo que los cortos son el futuro del cine español. Gran error del que le saco Giovanni Maccelli, ganador del Goya al mejor corto de animación por  Juan y la Nube quien afirmó que los cortos son el presente del cine español. Y lo de ponerlos a todos los nominados juntos, sentados en unas sillitas y en el escenario, sobraba, porque su sitio es en el patio de butacas con el resto de personalidades del cine porque ellos y ellas y también los son y se merecen su paseíllo hasta el escenario igual que el resto.

Y vamos acabando porque si no está crónica va a ser más larga que la gala de los Goya. Los Goya 2015 fueron previsibles, aburridos y largos, muy largos. Fue la gala en la que el mundo del cine dejó de ser reivindicativo y la gala en la que abundaba la calidad con el permiso de lo comercial. Fue la gala de La Isla Mínima pero también lo fue de Ocho Apellidos Vascos y El Niño y fue la gala en la que muchos y muchas se reconciliaron con el cine patrio. Empezamos un nuevo año de cine y no sabemos lo que nos deparará, lo único que tenemos claro es que nos queda un año para recuperarnos de este coñazo de gala y que deseamos con todas nuestras fuerzas que la del año que viene no sea tan larga.

2 comentarios:

  1. Me faltaron muchas por ver, pero creo que en general todo lo que se ha llevado La Isla Mínima era merecido.

    @Ociopalabras

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    1. Lo de que los premios estuviesen más repartidos son cosas mías, que me da mucha cosa cuando algunas películas muy buenas se van para casa de vacio (una que es una sentimental).

      Pero, vamos, esto no es como cuando la que se lo lleva todo es la peor de las que estaba en liza, que La Isla Mínima se merece un puñado de premios porque es de lo mejor que vimos el año pasado.

      Un saludo

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