Siempre he pensado que cuando alguien se dedica a hacer crítica (de cine,
de televisión, gastronómica…) debe dejar los prejuicios a un lado e intentar
ser lo más imparcial posible pero eso es algo que a mí me resulta imposible
cuando hablamos de Michael Bay. Michael Bay me parece un hacedor de bodrios con
mayúsculas y sus Transformers me parecen abominables, por eso, como os podéis
imaginar, no podía ir con el mejor de los ánimos a ver la cuarta entrega de
esta saga. Me planteé muy seriamente no ver la película, sobre todo cuando me
enteré de que eran casi tres horas, pero yo me debo a mi público y no me quedó
otra que hacer de tripas corazón e ir a mi multicine de cabecera.
Años después de los
acontecimientos sucedidos en Chicago, la humanidad aun continua reparando los destrozos.
Autobots y Decepticons han desaparecido de la faz de la Tierra, pero, ahora el
Gobierno de los Estados Unidos está utilizando la tecnología rescatada en el
asedio de Chicago para desarrollar sus propios Transformers. Mientras tanto
Cade Yeager (Mark Wahlberg), un mécánico e inventor, encuentra un destartalado
trailer. Al intentar repararlo descubre que el camión no solo es un
Transformer, sino que también es el mismísimo Optimus Prime, líder de los
Autobots.
Como ya he dicho en la
introducción, no he podido evitar ver esta película con muchos prejuicios pero
estoy totalmente segura de que aunque la hubiera visto sin ellos pensaría lo
mismo. La película es una auténtica tomadura de pelo de principio a fin en la
que unos robots se zurran con otros robots y, por el medio, hay humanos a los
que les pasan cosas. En realidad, este resumen sería aplicable a cualquiera de
las cuatro entregas que tiene esta saga pero se suponía que esta entrega iba a
ser distinta.
En primer lugar, nos vendieron esta
cuarta parte como una especie de reboot de la trilogía original. Si un reboot
es cambiar las caras de los personajes, sí, estamos ante un reboot, porque, por
lo demás, es exactamente igual a las películas anteriores. También nos
vendieron la moto de que iba a ser más oscura y más adulta. Oscura la verán los
que se quiten las gafas 3D durante el visionado, porque, lo que soy yo, esa tan
cacareada oscuridad no la encontré por ninguna parte. Y lo de adulta, pues qué
queréis que os diga, una película que mezcla robots y dinosaurios no puede ser
adulta nunca.
Me cuesta mucho decir que es lo
peor de esta Transformers: la Era de
la Extinción porque hay tantas cosas que tan sólo empezar a enumerarlas es difícil
y nos llevaría mucho tiempo (casi tanto como el que dura esta tortura). Yo os
recomiendo acomodaros en la butaca del cine y poner el cerebro en modo off
porque durante casi tres horas no os va a hacer falta para nada pero lo que os recomiendo, sobre
todo, es que no intentéis comprender lo que vais a ver, no tiene sentido, son robots
repartiendo estopa y lo de menos es porqué y para qué.
Como aspectos novedosos tenemos cambios en los diseños de los Transformers más conocidos, la inclusión de nuevos robots y, sobre todo, los dinosaurios. No es una novedad mi fascinación por los monstruos y, reconozco, que cualquier película que introduzca dinosaurios o bestias pardas de características similares tiene mi interés. En este caso, los únicos momentos que me han interesado y entretenido de la película han sido en los que había dinosaurios (o algo parecido) en pantalla. Y eso es todo un logro, viniendo de Bay.
En el lado positivo sólo puedo
reseñar un aspecto: que Michael Bay es fiel a sí mismo. A mí el cine de este
señor me parece un horror (salvo La Isla en cuanto a idea pero no en cuanto a
ejecución) pero, lo que es cierto, es que en todas sus películas podemos apreciar el sello Bay, y, para no ser la excepción,
en esta Transformers: la Era de la
Extinción encontraremos planos contrapicados por doquier, atardeceres que
surgen de la nada en los momentos más sensibleros, peleas en autopistas y,
sobre todo, golpes, golpes y más golpes.
Evidentemente, no se la recomendaría jamás a nadie, pero, las cifras de
taquilla hablan por sí solas y ponen de relieve que esta saga tiene muchos
fans. Los fans la disfrutarán y gozarán porque en ella van a encontrar todo lo
que les ha encandilado en entregas anteriores. Los demás, ni se os ocurra
acercaros a menos de 100 metros de cualquier sala donde la emitan, no sea que caigáis
en la tentación y os arrepintáis de haberos gastado el dinero en ver eso.
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