Me encantan las películas de licántropos. De hecho, si no es mi subgénero favorito del terror, anda muy cerca de serlo. Así que, si tengo acceso a alguna película de ese tipo, son muchas las posibilidades de que acabe formando parte de mi menú cinéfilo. Y una que he visto hace poco, que sin ser una maravilla he disfrutado bastante, es La bestia debe morir.
Tom Newcliffe (Calvin Lockhart) es un millonario y cazador que anhela dar muerte a una nueva especie. Un día, invita a pasar el fin de semana a su casa a seis personas y hace una revelación: uno de los invitados es un hombre lobo y él va a ser el encargado de descubrir su identidad.
La bestia debe morir es algo así como un whodunit licántropo. Desde el principio, además de conocer las intenciones de Tom, se nos invita a hacer de detectives y a adivinar la identidad del hombre lobo. Personalmente, esto me ha parecido un punto a su favor ya que así se involucra al espectador en la película y ésta adopta un rollo más lúdico. Y, que queréis que os diga, a una producción que cuenta con un presupuesto tan escaso (hecho que queda de relieve en cuanto aparece la bestia) el aire casi festivo que le imprime jugar a descubrir al asesino, le sienta de fábula.
Detrás de esta película anda la Amicus. Amicus es una productora inglesa que anduvo a la zaga de mi adorada Hammer con, en mi opinión, menor fortuna. A pesar de ello, son especialistas en cine fantástico y de terror así que, cuando cae en mis manos una de sus producciones, la veo con todas las ganas del mundo porque, como mínimo, acaba resultando interesante.
Otro atractivo es Peter Cushing. Para mi, siempre es un sí. Aquí no es que esté para tirar cohetes pero me convence. Hace su rol habitual en este tipo de películas así que, cumple y, como siempre, lo hace con mucha elegancia. Soy muy fan y no soy objetiva, es lo que hay.
De lo demás, tal y como hemos comentado antes, el presupuesto es el que es y eso se nota, sobre todo, en el tratamiento del licántropo. Ya sabéis que no soy de hacer ningún spoiler así que no voy a desvelar nada del aspecto de la bestia, pero tan sólo os diré que no vayáis con muchas esperanzas al respecto. En cualquier caso, esta carencia de efectos especiales más elaborados no resulta decepcionante ya que en ningún momento hay intención de hacer pasar la película por lo que no es. Y yo, esa sinceridad, la agradezco.
En resumen, no es una gran película pero tiene su encanto. Os hará pasar un rato entretenido si os acercáis a ella sin muchas pretensiones y, aunque no os dejará una gran huella, os parecerá mucho más honesta que gran parte de los blockbusters que llegan cada año a las pantallas de nuestros cines.
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