Ya nos lo habían avisado y, ahora, los que tuvimos la oportunidad de
asistir a la quinta sesión de Cortópolis León podemos constatar
que la de ayer fue la mejor sesión que hemos tenido la oportunidad de ver. No
quiero ser agorera pero, visto lo visto, va a ser muy difícil superar las cotas
de calidad que alcanzó esta sesión. Vamos con la crónica.
Empezamos la sesión conociendo el nombre del corto que, en la anterior
sesión, fue elegido como el preferido del público. El ganador fue Namnala de Nacho Solana. Como os comentaba en
la crónica que hice de la cuarta sesión, para mí, este no fue el mejor corto de
la noche pero creo que fue determinante el sentimentalismo que destila.
Primero, por la presencia del recientemente fallecido Álex Angulo. Segundo, por
su aire nostálgico, y, tercero, porque la crisis económica en la que estamos
inmersos tiene un protagonismo bastante evidente. Personalmente, hubiera
elegido otro corto y, de hecho, en la sesión original de Cortópolis Madrid en la
que se proyectaron los cortos que vimos en octubre, el ganador del premio del
público fue Sub de Jossie
Malis Álvarez pero, como se suele decir, el pueblo es soberano y la decisión fue la
que fue. Y sin más, empezamos con los cortos.
El primero de la
noche fue Mr. Dentonn de Iván Villamiel.
Permitidme que me detenga en este trabajo más de lo que suelo hacerlo en estas
crónicas porque hay una serie de aspectos que me gustaría explicaros. Este
corto fue el único de la sesión que no podía ser votado para el premio del
público de esta quinta sesión ya que uno de los organizadores de Cortópolis
Madrid, Raúl Cerezo, tiene una participación muy activa en él. Hace unos meses ya había tenido la
oportunidad de ver Mr. Dentonn y este segundo visionado me sirvió para apreciar
aún más las cualidades técnicas de un corto, protagonizado por un particular
hombre del saco, que no esconde en ningún momento su intención de homenajear al
cine de de los 70/80 con John Carpenter
a la cabeza. Dejando de lado lo bueno que es el trabajo de Iván Villamiel, no puedo
evitar tener debilidad por un corto en el que colaboran compañeros de foro como
Raúl Cerezo o Ignacio Aguilar o en el que amigos, de esos cuyas recomendaciones
cinematográficas sabes que hay que tener en cuenta, han participado como crowdfunders.
Por cierto, Pedro, méjorate pronto.
Tras este rollazo, que para algo es mi blog y
hablo de lo que me da la gana, sigo con los cortos. El siguiente fue El amor
me queda grande de Javier Giner una deliciosa comedia
negra cuya protagonista, Lucía Caraballo, es una digna de heredera de las más grandes
femmes fatales de toda la historia del cine. Así, su personaje, manipula,
usando sus armas de mujer, al personaje de Izan Corchero para conseguir
que él le ayude a asesinar a su madre. Hasta aquí, todo perfecto, pero
si os digo que la principal particularidad de este corto que, inevitablemente,
nos recuerda a Perdición del genial Billy Wilder, es que los protagonistas son
niños, seguro que os quedáis muertos y os hacéis una idea del estupor que
puede llegar a provocar esta obra.
Seguimos con Kush de Shubhashish
Bhutiani. Este es un corto inspirado en hechos reales que toma como
punto de partida el asesinato de la primera ministra hindú Indira Ghandi a
manos de sus guardaespaldas sij. Tras el magnicidio, se produjo por todo el país
un estallido de violencia contra los sij y, en este contexto, conoceremos la
historia de Kush, un niño sij al que su
profesora y compañeros de colegio intentarán proteger a toda costa.
El siguiente corto fue Lightsout de David Sandberg, un corto de tan sólo 3 minutos que nos confirma
que, a veces, menos es más y que con muy poco se puede hacer pasar a los
espectadores mucho miedo. Aun tirando de tópicos, tengo que reconocer que pegué
un bote bien grande en el asiento
mientras veíamos este corto. Cuidadito con la oscuridad, que, a veces, pasan cosas.
Llegó el turno de Canis
de Marc Riba y Anna Solanas. Si tuviera que
definir con una sola palabra este corto de animación, rodado en blanco y negro
y en stop motion, lo describiría como “desagradable”. Desagradable a nivel narrativo,
porque nos traslada a un mundo desolado en el que un par de seres humanos viven
recluidos en su casa por culpa de una manada de perros salvajes que los acechan,
y desagradable a nivel formal, porque la propia textura de los diseños que
vemos en pantalla lo son y porque los creadores no escatiman en detalles
truculentos.
El penúltimo corto proyectado fue, seguramente, el más duro de todos. Full Time de Mark Gill pone sobre la palestra un tema de esos que suelen
tocar la fibra sensible de cualquiera: el Alzheimer. De una manera muy elegante
y sin caer en sentimentalismos baratos, Mark Gill presenta la historia de un padre y un hijo que
van a un partido de fútbol y como el hijo se va dando cuenta de que su padre no es el mismo de siempre.
El último corto fue Fool’s day
de Cody Blue Snider. Después
del bajonazo que nos dio a todos el corto de Mark Gill, fue un gustazo acabar la sesión con otra comedia
negra protagonizada por niños. En este divertidísimo corto, que se desarrolla
en un colegio durante el día de los inocentes, descubriremos que hay que tener
mucho cuidado con las bromas que se gastan porque a veces las cosas pueden
salirse de madre. De hecho, el corto es una locura plagada de situaciones
totalmente surrealistas en las que abundaban el gore y, sobre todo, el humor
más negro que te puedas echar a la cara.
Como de costumbre, después de los cortos vinieron los otros cortos (con
el lema “martes de cortos” hasta el final) y, mientras compartíamos cerveza y
tapas, hicimos recuento de votos. Por supuesto, tendréis que esperar hasta la
próxima sesión para descubrir cuál fue el corto ganador pero os puedo decir que
esta vez estuvo algo más reñido que la anterior ocasión, dato que confirma el
nivelazo que había en esta sesión. Cualquiera de los cortos a concurso habría
merecido ganar aunque, en cualquier caso, el que ganó, lo hizo con total
merecimiento.
A modo de conclusión, una reflexión. Es una pena que la que ha sido la
mejor sesión de Cortópolis León hasta la fecha haya sido una de las que menos
afluencia de público tenía. Es León, hace frío y es entre semana pero, aun así,
merece la pena hacer el esfuerzo y salir de casa, sobre todo, porque ayer valía
mucho la pena.
Y con esto y un bizcocho, hasta el año que viene ya que, como no tendremos
Cortópolis León en diciembre, toca despedirse de los cortos hasta
enero de 2015.
Así fue y mejor no se ha podido contar, por cierto lástima que la gente de León siga sin valorar este tipo de eventos, en fin...
ResponderEliminarAbrazote utópico, Irma.-
Sí, una pena que no se anime más gente para ya sabemos como son las cosas en León. Conociendo lo mucho que le cuesta a la gente moverse, casi me parecen muchos los que fueron.
ResponderEliminarUn abrazo