miércoles, 28 de mayo de 2014

Grace de Mónaco (Olivier Dahan, 2014)

Cine y glamour están unidos desde los tiempos del star-system y precisamente una de las grandes estrellas de la época dorada de Hollywood fue Grace Kelly, quien en 1956 emparentó con una de las casas reales más glamourosas que tenemos en Europa, los Grimaldi. Desde ese momento, Grace Kelly pasó a ser la Princesa Gracia de Mónaco y se retiró del cine para centrarse en sus labores como princesa hasta su fallecimiento en un accidente de tráfico en 1982. 
Tan solo era cuestión de tiempo que alguien se decidiera a hacer una película sobre la vida de esta gran actriz y, como no podía ser de otra manera, la cinta viene precedida por la polémica desde su estreno.

Grace Kelly, una gran estrella de Hollywood, renuncia a su carrera como actriz para casarse en 1956 con el príncipe Rainiero III y convertirse en la Princesa Gracia de Mónaco. La historia se ambienta en un momento de encrucijada para Grace, quien tendrá que debatirse entre volver al cine de la mano de Alfred Hitchcock o centrarse en su papel como madre, esposa y princesa en un época especialmente convulsa para el Principado de Mónaco.


Grace de Mónaco ha llegado la semana pasada a la cartelera española avalada por unas pésimas críticas y por toda la polémica que se ha generado a su alrededor, motivada, principalmente, por el rechazo que los hijos de la difunta princesa han manifestado hacia la cinta. Sobre la polémica no me voy a pronunciar ya que es muy respetable el deseo de la familia por preservar la memoria de su madre pero también hay que tener en cuenta que una película no es más que una recreación de ficción que no tiene porque ser fiel a unos hechos históricos.

Capítulo aparte merecen las críticas que hemos podido leer tras su proyección en la sesión inaugural de Cannes que han sido absolutamente demoledoras, hasta el punto de que algunos críticos han llegado a afirmar que Grace de Mónaco es la peor película proyectada en toda la historia de Cannes.
Personalmente, creo que no es para tanto, está claro que no es una buena película pero tampoco es tan sumamente mala como nos la están pintando.

El principal pilar de la película es Nicole Kidman, quien intenta estar a la altura luciendo modelito tras modelito (a cada cual más ideal) pero que, gracias a su gusto por el botox, no puede soportar ni uno solo de la multitud de (inexplicables) primeros planos que el director tiene a bien ofrecernos. Precisamente, ese gusto por meter primeros planos una y otra vez es totalmente desconcertante y molesto y, entre eso y que la historia es una auténtico peñazo, es comprensible que la crítica haya reaccionado desvaforablemente. La buena noticia es que es relativamente corta, que, como he dicho, el diseño de vestuario es ideal y que recrea adecuadamente el glamour de la época.

Punto curioso, la presencia de la española Paz Vega metida en la piel de la legendaria María Callas. Para el recuerdo, su playback del aria O mio babbino caro. Escalofriante.

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