miércoles, 27 de noviembre de 2013

Musarañas Asesinas (Ray Kellogg, 1959)



Una musaraña es un pequeño mamífero, similar a un ratón, que puede llegar a pesar, como mucho, unos 100 gramos. Con todo ello cuesta creer que alguien siquiera haya podido imaginar que un bichito así pueda convertirse en un devorador de hombres, pero así es y hoy os traigo la prueba.


Vamos a poner los puntos sobre las íes, la película no vale gran cosa. Es aburrida, mediocre, con interpretaciones que van entre lo malo y lo lamentable y un guión que roza el ridículo constantemente pero tiene su punto coger a un animalito tan, aparentemente, inocente y convertirlo en una bestia parda sedienta de sangre.



La historia se desarrolla en una isla que se ve amenazada por una fuerte tormenta, provocando que un grupo de personas queden atrapados en ella. Entre esas personas se encuentran un científico y su equipo, quienes realizan experimentos con animales y están aterrorizados por el cariz que han tomado sus investigaciones. Como ya os habéis imaginado los animales con los que han estado experimentando son musarañas pero las cosas salieron mal y las musarañas han crecido de tal manera que devoran todo lo que encuentran a su paso, incluidos los seres humanos. Las musarañas gigantes son unos bichejos horripilantes que más bien parecen ovejas medio calvas. En realidad son unos perros disfrazados con pelo, colas de ratón y unos buenos colmillos. Sin lugar a duda estos bichos son lo mejor de la película ya que su casi constante presencia es lo único que le da un poco de vidilla a la cinta. Y es que cada vez que dejamos a los humanos solos, nos aburrimos. 

El mad doctor que no es mad doctor ya que el hombre no está zumbado y es plenamente consciente de las consecuencias de sus experimentos. El pseudo-triángulo amoroso que se establece entre la hija del científico (siempre hay una hija o sobrina), el aguerrido capitán del barco que se erige como héroe casi nada más llegar y el ayudante de su padre, quien, además de ser el borrachín de turno, nos proporciona alguno de los momentos más sonrojantes del film cuando intenta, cada vez que cae un arma en sus manos, matar al capitán por celos... Es todo muy flojo y ya lo hemos visto miles de veces y, encima, en este caso, no aporta nada nuevo o interesante.


Mención especial se merece Ray Kellogg, el director. Kellogg debutó como director con esta película pero ya llevaba un tiempo en el mundo del cine dedicándose a efectos especiales. 1959 fue “su año” ya que además de Musarañas asesinas estrenó Gila, el Monstruo Gigante. Como dato curioso, podemos apuntar que durante la Segunda Guerra Mundial conoció a John Wayne, con el que acabó co-dirigiendo la que fue su última película, Boinas Verdes (1968).

Conclusión. Es bastante casposilla pero merece la pena ver a esos bicharracos, aunque sólo sea por curiosidad.

PD: en 2012 se hizo una secuela de esta película llamada Return of the Killer Shrew. Entre los actores, repite en el papel del capitán Thorne Sherman, James Best. Seréis los primeros en saber que tal es en cuanto la veo, prometido.

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