domingo, 21 de febrero de 2016

Deadpool (Tim Miller, 2016)



El cine de superhéroes vive su etapa dorada y parece que va para largo. Las grandes productoras han encontrado un filón en los cómics y no tienen intención de dejar de explotar la gallina de los huevos de oro, de manera que ya se atreven a dar luz verde a películas protagonizadas por un personaje tan irreverente como Deadpool.  Señoras y señores, cómo dijo Ryan Reynolds vía Twitter, vamos a partirnos el ojete.


Wade Wilson (Ryan Reynolds) es un mercenario bocazas, mal hablado y poseedor de un sentido del humor más negro que un túnel sin bombillas. Un día, Wade conoce a la horma de su zapato, Vanessa (Morena Baccarin) una prostituta con un carácter tan peculiar como el suyo, y empiezan una relación que parece va a ser de las que duran toda la vida. Pero a Wade le diagnostican un cáncer terminal y, en busca de un tratamiento que le cure, acaba sometiéndose a un experimento que le cambiará por siempre jamás.


Si le echamos un vistazo a la sinopsis de Deadpool es fácil darse cuenta de que su estructura es la de chico conoce a chica, chico y chica se enamoran y chico y chica tienen que luchar contra viento y marea para disfrutar de su amor. Vamos, la de las películas pastelosas de toda la vida. Pero la cuestión con Deadpool no es el qué sino el cómo. Hoy en día es muy difícil contar una historia que sea realmente distinta, el cine es un producto de consumo y se hacen películas como churros, por ello, en muchas ocasiones, el espectador sale de las salas de proyección con la sensación de que lo que acaba de ver ya lo ha visto en demasiadas ocasiones. También hay que reconocer (las recaudaciones así lo demuestran) que determinadas fórmulas funcionan a pesar de ser repetitivas, por eso, puede que lo más inteligente sea simplemente darle otro tono a las que ya conocemos para hacer algo que resulte fresco y novedoso. Primer acierto de Deadpool.

Está claro que los creadores de Deadpool no han descubierto la fórmula de la Coca-cola pero sí que le han dado un lavado de cara a un género que lo necesitaba como el comer. La buena acogida de Guardianes de la Galaxia vino a demostrar algo que muchas personas veníamos diciendo desde hacía tiempo, que el cine de superhéroes necesitaba más irreverencia y menos buenismo. Ahora que estamos en petit comité y nadie nos escucha, os diré que no soporto la corrección del Capitán América y que Supermán me parece un petardo pero que, en cambio, Lobezno me parece un tío grande ¿entendéis por dónde voy? No me gustan nada los superhéroes correctos pero me encantan los antihéroes, por eso me lo pasé pipa con Guardianes de la Galaxia y por eso disfruté como una enana con Deadpool.

Aunque una cosa es ser un antihéroe al estilo de Lobezno, los de Los Guardianes de la Galaxia o Ant-man y otra cosa es lo de Deadpool. Quizá, de todos los que he nombrado el que más se le parezca sea Lobezno (no en vano ya han dicho que la próxima de Lobezno también va a tener calificación R) pero,  hasta la fecha, a donde ha llegado Deadpool no ha llegado nadie. Nunca hemos visto un superhéroe tan poco consciente de eso de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad y ese es otro gran acierto de Deadpool. Wade Wilson no tiene el más mínimo problema en usar sus habilidades para su beneficio propio, no está dispuesto a sacrificarse en aras de unos elevados ideales pero sí que va a hacer lo imposible por salvar a su chica cuando ésta es secuestrada por el malo. Y ahí está una de las claves por las que está gustando tanto este personaje. Wade Wilson no es una buena persona, no tiene una moralidad al uso (si es que eso existe) y tampoco es políticamente correcto pero, como cualquier ser humano, tiene sus límite y, por supuesto, no consiente que hagan daño a los suyos así que ¿por qué no usar sus habilidades para conseguir resarcirse?
 
Ya hemos llegado a la conclusión de que Deadpool es un antihéroe nada correcto y gamberro y que estas dos “cualidades”  han provocado que el público haya conectado enormemente con esta película, pero otro de los elementos que van a hacer que esta película acabe el año en los puestos más altos de las listas de recaudación es su peculiar sentido del humor. Primero, es negro hasta decir basta y segundo, no deja títere con cabeza. Y es que, a lo largo de esta cinta va a haber pullas para todo el mundo, empezando por el propio Ryan Reynolds, al que le recuerdan su primera (y desafortunada) incursión en el cine de superhéroes, pero también va a haber palos para los X-Men y el cine de superhéroes en general, para los productores y los espectadores e, incluso, para (hay que tenerlos cuadrados) Liam Neeson (me estoy imaginando una pelea a guantazo limpio entre el tito Neeson y Deadpool y estoy babeando).

Y qué decir de las innumerables roturas de la cuarta pared que hacen que nos sintamos parte de la película. Leo por ahí que eso es algo que el personaje original suele hacer en los cómics (que me corrija algún fan si no es cierto) y, en mi opinión, este recurso no sólo es un acierto sino que se convierte en uno de los grandes puntales de la película. También lo es la propia planificación y estructura del film, desde los títulos de crédito, que ya avanzan el despiporre  que nos vamos a encontrar, hasta el desarrollo de la trama a base de flashbacks.

Para finalizar, no quiero pasar por alto la interpretación de Ryan Reynolds. No es un actor al que haya seguido con interés hasta la fecha ya que, si repasamos su filmografía, lo que más abundan son los bodrios o las mediocridades, pero hay que reconocer que parece haber nacido para interpretar este personaje. Hay que ser un cachondo para implicarse en un proyecto de esta categoría y, encima, hacerlo tan bien. Es un actor bastante joven y es muy arriesgado decir esto, pero tiene toda la pinta de que este va a ser el papel por el que siempre va a ser recordado. Del resto del plantel, poco se puede decir, pero no porque lo hagan mal, es que el resto de los personajes quedan totalmente eclipsados porque la reina del baile es Deadpool y queda claro desde el minuto cero.

Acabo ya, que en cualquier momento se me aparece Deadpool y me pone como los trapos por cansina. Que vayáis a verla, que no recuerdo la última vez que me reí tanto en una sala de cine y que no sólo es que ésta va a ser, casi seguro, la mejor película de superhéroes del año, muy posiblemente será una de las películas del 2016.

PD: sí, claro, hay escena post-créditos y cameo de Stan Lee 
PD2: que no, no es una película para niños, hay gore, hay desnudos y muchas palabras malsonantes. 

1 comentario:

  1. Cuando supe que la estrenaban en febrero me puse en lo peor.Sabes de sobra que es un mes idóneo para colocar películas fallidas...

    ¡Qué equivocado estaba! Calcadito al tebeo,señorita,es todo lo que te puedo decir.Si quieres saber si me gustó o no,pásate por mi blog.:)

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